martes, 4 de mayo de 2010
La educación sin escuelas.
EL optimismo pedagógico y la confianza depositada en la escuela comienzan a desmoronarse en la segunda mitad del siglo XX. Ante este desencanto y cierto pesimismo pedagógico, han aparecido alternativas contraescolares.
En las décadas de 1960 y 1970 apareció un fenómeno de desinstitucionalizador: la corriente desescolarizante, un movimiento encabezado por Iván Illich. Postula que la noción de "progreso sin fin" que prometían las instituciones modernas tiene un límite, y la escuela no puede resolver la contradicción de formar a las futuras generaciones en una tecnología y en un progreso al que no todos tendrán posibilidades de acceder. Illich propone "liberar la educación de la escuela, de manera que la gente pueda aprender la verdad acerca de la sociedad en la que vive".
Las ideas de Illich critican que la educación es una forma más de dominación. La escuela no representa una oportunidad verdadera para salir del Tercer Mundo; por el contrario, ella insume en un costosísimo presupuesto para mantener en funcionamiento la gigantesca burocracia de los sistemas educativos.
La idea central advierte que es mucho más económico y democrático educar a la sociedad por un medio que no sea la institución escuela.
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