La naturalización de las prácticas obedece a un proceso en el que la génesis social e histórica de nuestras acciones se pierde y cede su lugar a la inmediatez de lo cotidiano.
La propuesta es someter este supuesto carácter natural de la escuela. Debemos trazar un recorrido que nos permita capturar el carácter histórico, contingente, de las prácticas educativas, ya que, no es posible constuir un conocimiento acerca de un objeto sin cuestionar su forma, su contenido y las prácticas y relaciones sociales que le dieron forma y lo sustentan. Esto nos anima a desnaturalizar nuestras concepciones y a intentar suspender la evidencia de nuestras categorías y de nuestros modos habituales de pensar y de describir las prácticas pedagógicas por el mero recurso de intentar pensarlas de otro modo, a otra escala, con otras conexiones.
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